Después de 20 meses en el paro, Thierry, un hombre de 51 años, encuentra un nuevo trabajo, pero pronto tendrá que enfrentarse a un dilema moral: ¿puede aceptar cualquier cosa con tal de conservar su trabajo?
La tesis del film podría remitir a la recurrida frase de 'el trabajo dignifica a las personas', pero el segundo tramo de la película desmonta esa afirmación al ofrecernos una descripción descarnada de las nuevas dinámicas laborales en un contexto de recortes y capitalismo. Por ello, el magnífico plano final puede interpretarse como una huida al abismo, un intento por recuperar la dignidad perdida o una metáfora de la insignificancia del trabajador en tiempos de canibalismo laboral. Sea como sea, queda claro que la ley del título es implacable, atañe y afecta a todos, y se ceba muy especialmente con la clase obrera.
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