domingo, 26 de junio de 2022

Black Phone (Scott Derrickson, 2022)

Scott Derrickson se ha hecho un nombre en el cine gracias a una pequeña producción calibrada, aunque exitosa y  espeluznante (El exorcismo de Emily Rose) y una de las mejores películas de terror estadounidenses de los últimos años (Sinister). Tras su salida de la tutela de Marvel, durante la producción del segundo Doctor Strange, vuelve a contar con Ethan Hawke y regresa a su primer amor, el terror, con una adaptación de Joe Hill
Hill, al igual que su padre, el ilustre Stephen King, está muy familiarizado con la pantalla grande y pequeña. Además de las series NOS4A2 y Locke & Key, su trabajo ha sido presentado en el cine en Cuernos de Alexandre Aja y En la hierba alta de Vincenzo Natali. Adaptaciones en el peor de los casos olvidables, en el mejor entretenidas y en general muy modestas. Black Phone no es una excepción.
Finney y su hermana ven desaparecer a sus camaradas uno tras otro, llevados por un misterioso individuo apodado "The Grabber". Luego llega el turno del joven, que se despierta en medio de un sótano del peor gusto. En el colmo de la ironía morbosa, rápidamente ve un teléfono en la pared... que no funciona. Bueno, no oficialmente.
Aquellos que esperaban una gran película de terror en la línea de Sinister pueden sentirse decepcionados, sin embargo, Black Phone bien puede recuperar o incluso mejorar las líneas principales de la película de 2012, pero resulta ser mucho menos generosa (y mucho menos virtuosa) en términos de emociones, culpa precisamente de su estatus.
Los vínculos entre los dos largometrajes son numerosos: los personajes prisioneros de una familia encadenada incapaz de liberarse del pasado evolucionan en un entorno casi ruinoso, los planos de la película se incorporan hábilmente a la historia y el escenario principal está lleno de estas grandes paredes decrépitas. Aún así, nada se eleva al clímax de pesadilla de Sinister.
Feliz de componer con material original que satisface sus propios deseos narrativos, en particular a través de referencias a los thrillers y un personaje de padre violento más matizado que el promedio, Derrickson deja a la vista los hilos de la adaptación.
Desde el principio mismo del largometraje, relativamente mecánico, hasta varios motivos de guión y puntos de unión (el golpe de la cerradura antirrobo), muchos elementos delatan su carácter literario y resultan mucho menos convincentes a nivel visual. Es entonces cuando el cineasta se obliga a sí mismo a insertar algunos sustos genéricos para ajustar todo a las especificaciones del horror de Hollywood.
Ya sea que se ciña a la narrativa minimalista de Joe Hill o la desarrolle para diversificar mejor sus efectos de dirección, parece tener problemas con su adaptación, al menos cuando se encierra en el sótano donde el pobre Finney está prisionero.
En cambio, cuando se interesa por la cacería del psicópata liderada por la valiente Gwen, revela su principal cualidad, es decir, su oscuridad. Al igual que Verano del 84, Black Phone pretende contrarrestar el mito de la infancia de Amblin mostrada por Stranger Things y dejar emerger una atmósfera asfixiante, que ahora vemos muy pocas veces en este tipo de historias.
No solo la vida cotidiana de nuestros jóvenes héroes, a medio camino entre la violencia doméstica y  en el ámbito escolar, no es nada glamurosa, sino que la pedofilia del malvado está más que implícita.
Todo en medio de una América rural marginada, donde la solidaridad es frágil y donde las comunidades se esconden detrás de sus ventanas, la antítesis absoluta de los 70 funky que al cine le gusta representar. Es en el corazón de este pueblo asolado donde el director se encuentra más a gusto con su cámara. La elección del alcance, a priori bastante curiosa para un largometraje de este calibre, cobra todo su sentido gracias al montaje alterno.
En el sótano, permite crear espacios vacíos en los que el mal acecha. Superficialmente, contribuye a la descripción de una ciudad árida, formada por tristes casas individuales de arquitectura horizontal. Un desierto donde estos dos pobres niños se pierden.
Algunos lamentarán la ausencia de cámara, pero hay que admitir que es bueno cuando revela que la perfidia ambiental no se limita al sótano del antagonista, que en Black Phone es lo más interesante... y lo más aterrador.

Finalmente, debe buena parte de su capital del miedo a Ethan Hawke, que deja atrás sus papeles de patriarcas combativos (que también interpretó en Sinister) para meterse en la piel del secuestrador y asesino. Con el rostro oculto por diferentes máscaras, siembra malestar únicamente en virtud de sus entonaciones medio dulces, medio enfadadas y de su impresionante presencia física.
El actor, ataviado con una musculatura intimidante desde la preparación física de The Northman, se apodera de un personaje inicialmente borroso y logra darle un aura absolutamente aterradora que se despliega particularmente durante las pocas secuencias, las más exitosas, donde se sienta sin hacer nada. Una apuesta bastante arriesgada pero exitosa, lo que demuestra que, a pesar de sus defectos, Black Phone tiene suficiente para enfriar las habitaciones más climatizadas este verano