En exceso convencional y previsible, pero eficaz en cualquier caso. Sabe crear y jugar con una atmósfera inquietante, saca provecho de unos personajes algo planos pero siempre vigorosos, dosifica con habilidad y destreza buenos momentos de angustia y convierte un decorado casi único – el interior de una lujosa mansión en las colinas suburbiales para la gente pudiente – en una ratonera desquiciada llena de toxicidad y sortilegios. Tan predecible como disfrutable.
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