domingo, 4 de octubre de 2015

"Doble identidad: Jaque al MI5" ("Spooks: The Greater Good", Bharat Nalluri, 2015): las cargadas, pesarosas y equívocas atmósferas del zríler británico

                                                                                       Por Pedro Joaquín del Rey

En "Doble identidad", estrenada el pasado viernes 2 en España por el sistema de acceso digital de pago, nos hallamos no ante una extraordinaria película --no hablamos, claro, de El topo, inigualable o casi inigualable por lo demás--, pero sí frente a un título que surge con sólida entidad dentro de la admirable, atesorada y ya amplia tradición de ese género fílmico de los espías o agentes de los servicios secretos --personajes con enrevesadas almas, llenas ellas también de encallecidos secretos-- que se distingue por la introspección en lo psicológico, la parquedad y contención en las manifestaciones comportamentales externas y la poca o nula virguería y pirotecnia en la acción --dejemos a un lado a James Bond, mismamente de procedencia británica--, el cual se cultiva en el Reino Unido con gran densidad expresiva e intensidad dramática, y que en verdad consiste en una trasplantación a las pantallas grande y pequeña --en hertziano caso, en forma de obras sueltas o por capítulos--, y lo mismo cuando adapta piezas salidas de la pluma de tales escritores como cuando no, de la literatura de autores como Graham Greene, John le Carré y tantísimos otros pertenecientes a un estilo y tendencia temáticos que son característicos y propios a más no poder del país del que provienen.

Protagoniza la función --con un argumento sin tremenda originalidad aunque resuelto en la plasmación audiovisual con las debidas pautas canónicas y con eficacia y cierta capacidad de enganche-- Kit Harrington, famoso por Juego de tronos, un mozalbete que en el cartel promocional de la cinta ocupa un destacado lugar, pues seguro que valdrá de elemento de atracción para determinado segmento de edad de los espectadores. Al margen del tirón que pueda presentar el muchacho --desde luego, no el mejor actor del elenco--, no concluiremos las actuales líneas sin dejar de referirnos a quien le da la réplica durante una buena parte del metraje, Peter Firth, un rostro y presencia substanciosos y de amplia trayectoria --se trata de alguien no demasiado conocido en España--, fundamental en el desarrollo aquí de la trama. Mencionemos, por último, en un papel henchido de doblez, ambigüedad y desgarro, a Jennifer Ehle, una magnífica y a estas alturas asolerada secundaria estadounidense a la que, entre muchos otros, recordamos por sus notables y vivísimos roles de Cincuenta sombras de Grey y La noche más oscura.


Imagen de la película