El Eco, notas de cine
jueves, 18 de abril de 2024
The Palace (Román Polanski, 2023)
martes, 8 de agosto de 2023
La última reina (Damien Ounouri y Adila Bendimerad, 2022)
El proyecto era un desafio y sus autores parecían carecer de experiencia: sacar del olvido a una figura legendaria de la Baja Edad Media, la princesa Zaphira, hoy considerada como un invento romántico del siglo XVIII, no estaba al alcance de cualquiera. También hay que decir que el cine norteafricano apenas nos tiene acostumbrados a este tipo de gran espectáculo, al menos desde la muerte del egipcio Youssef Chahine. Para su primer largometraje de ficción, el cineasta franco-argelino Damien Ounouri y la actriz argelina Adila Bendimerad apuntaron alto. Sobre todo porque unos cuantos documentales para uno, un puñado de papeles con Merzak Allouache para el otro y un mediometraje en común (Kindil el Bahr, 2016) no parecían suficiente bagaje. Pero sucedió lo increíble, esta asombrosa película que reconcilia el gran espectáculo histórico y la tragedia teatral. Una nueva forma de cine norteafricano que se descubrirá en los cines españoles este fin de samana. En el film nos encontramos con una versión inédita de Argelia a principios del siglo XVI, entre la refinada vida de la corte y las sangrientas batallas, entre el esplendor real y los enfrentamientos a muerte. Presentada en competencia en las Giornate degli Autori 2022, que se desarrollaron en el marco del 79.º Festival de Venecia, La última reina es una película ambiciosa (a pesar de su bajo presupuesto), y un drama histórico muy humano, que retrata las luchas de poder, alianzas políticas y traiciones desde el punto de vista de una mujer y madre: la legendaria Reina Zaphira. Se trata de un relato vibrante de una heroína del pasado, un personaje que es en parte real y en parte leyenda, ya que nunca se ha determinado su existencia . La producción cuenta con suntuosos trajes y escenarios de época, secuencias de lucha bien coreografiadas (en concreto, el cruel pero sensual enfrentamiento físico entre Zaphira y Aruj) y personajes femeninos fuertes (Imen Noel también merece una mención especial, en el papel de la otra esposa del rey, Chegga, al igual que Nadia Tereszkiewicz, en la piel de Astrid “la escandinava”), todo sobre un telón de fondo basado en carne, sangre y huesos. Es una especie de tragedia shakesperiana, hecha con pasión, que arroja una luz fascinante en un período de la historia de Argelia nunca antes explorada en el cine
Capítulo aparte es la fotografia firmada por Shadi Chaaban, creando atmósferas que reflejan el esplendor de una época dorada económica, de los grandes palacios, sin caer en el cliché de la película sobre Oriente.
Aquí, no hay filtros amarillos estereotipados de torpe orientalismo, no hay escenas constantemente inmersas en un sol abrasador. La Última Reina es una tragedia, fría, como la mano de un destino inalterable. La lluvia juega su propio papel trágico, los elementos sirven tanto para la metáfora de un final anunciado como para un drama que no se puede evitar.
En definitiva, cine esplendoroso para disfrute inteligente.
miércoles, 20 de julio de 2022
Un novio para mí mujer (Laura Maña, 2022)
domingo, 26 de junio de 2022
Black Phone (Scott Derrickson, 2022)
Hill, al igual que su padre, el ilustre Stephen King, está muy familiarizado con la pantalla grande y pequeña. Además de las series NOS4A2 y Locke & Key, su trabajo ha sido presentado en el cine en Cuernos de Alexandre Aja y En la hierba alta de Vincenzo Natali. Adaptaciones en el peor de los casos olvidables, en el mejor entretenidas y en general muy modestas. Black Phone no es una excepción.
Finney y su hermana ven desaparecer a sus camaradas uno tras otro, llevados por un misterioso individuo apodado "The Grabber". Luego llega el turno del joven, que se despierta en medio de un sótano del peor gusto. En el colmo de la ironía morbosa, rápidamente ve un teléfono en la pared... que no funciona. Bueno, no oficialmente.
Aquellos que esperaban una gran película de terror en la línea de Sinister pueden sentirse decepcionados, sin embargo, Black Phone bien puede recuperar o incluso mejorar las líneas principales de la película de 2012, pero resulta ser mucho menos generosa (y mucho menos virtuosa) en términos de emociones, culpa precisamente de su estatus.
Los vínculos entre los dos largometrajes son numerosos: los personajes prisioneros de una familia encadenada incapaz de liberarse del pasado evolucionan en un entorno casi ruinoso, los planos de la película se incorporan hábilmente a la historia y el escenario principal está lleno de estas grandes paredes decrépitas. Aún así, nada se eleva al clímax de pesadilla de Sinister.
Feliz de componer con material original que satisface sus propios deseos narrativos, en particular a través de referencias a los thrillers y un personaje de padre violento más matizado que el promedio, Derrickson deja a la vista los hilos de la adaptación.
Desde el principio mismo del largometraje, relativamente mecánico, hasta varios motivos de guión y puntos de unión (el golpe de la cerradura antirrobo), muchos elementos delatan su carácter literario y resultan mucho menos convincentes a nivel visual. Es entonces cuando el cineasta se obliga a sí mismo a insertar algunos sustos genéricos para ajustar todo a las especificaciones del horror de Hollywood.
Ya sea que se ciña a la narrativa minimalista de Joe Hill o la desarrolle para diversificar mejor sus efectos de dirección, parece tener problemas con su adaptación, al menos cuando se encierra en el sótano donde el pobre Finney está prisionero.
En cambio, cuando se interesa por la cacería del psicópata liderada por la valiente Gwen, revela su principal cualidad, es decir, su oscuridad. Al igual que Verano del 84, Black Phone pretende contrarrestar el mito de la infancia de Amblin mostrada por Stranger Things y dejar emerger una atmósfera asfixiante, que ahora vemos muy pocas veces en este tipo de historias.
No solo la vida cotidiana de nuestros jóvenes héroes, a medio camino entre la violencia doméstica y en el ámbito escolar, no es nada glamurosa, sino que la pedofilia del malvado está más que implícita.
Todo en medio de una América rural marginada, donde la solidaridad es frágil y donde las comunidades se esconden detrás de sus ventanas, la antítesis absoluta de los 70 funky que al cine le gusta representar. Es en el corazón de este pueblo asolado donde el director se encuentra más a gusto con su cámara. La elección del alcance, a priori bastante curiosa para un largometraje de este calibre, cobra todo su sentido gracias al montaje alterno.
En el sótano, permite crear espacios vacíos en los que el mal acecha. Superficialmente, contribuye a la descripción de una ciudad árida, formada por tristes casas individuales de arquitectura horizontal. Un desierto donde estos dos pobres niños se pierden.
Algunos lamentarán la ausencia de cámara, pero hay que admitir que es bueno cuando revela que la perfidia ambiental no se limita al sótano del antagonista, que en Black Phone es lo más interesante... y lo más aterrador.
Finalmente, debe buena parte de su capital del miedo a Ethan Hawke, que deja atrás sus papeles de patriarcas combativos (que también interpretó en Sinister) para meterse en la piel del secuestrador y asesino. Con el rostro oculto por diferentes máscaras, siembra malestar únicamente en virtud de sus entonaciones medio dulces, medio enfadadas y de su impresionante presencia física.
El actor, ataviado con una musculatura intimidante desde la preparación física de The Northman, se apodera de un personaje inicialmente borroso y logra darle un aura absolutamente aterradora que se despliega particularmente durante las pocas secuencias, las más exitosas, donde se sienta sin hacer nada. Una apuesta bastante arriesgada pero exitosa, lo que demuestra que, a pesar de sus defectos, Black Phone tiene suficiente para enfriar las habitaciones más climatizadas este verano
martes, 18 de enero de 2022
Madeleine Collins(Antoine Barraud, 2020)
Judith Fauvet trabaja de intérprete en eventos internacionales, viaja continuamente algo que le ayuda a llevar una doble vida. Por un lado, esta casada con Melvil con el que tiene dos hijos en Francia, y en Suiza tiene un joven amante llamado Abdel, con una hija...
Con una pasividad increíble, ella juega con los dos hobres, inventándose viajes al extranjero y toda clase de mentiras para intentar ser "madre "en los dos hogares. Apenas muestra emociones y no sabemos el motivo que le lleva a todo este gran embuste. Lo malo empieza cuando se comienza a ver acorralada por sus propias mentiras.
Virginia Efira que hace poco estrenaba entre nosotros la polémica "Bennedetta" de Verhoeven, interpreta con mucho talento a esta mujer que va poco a poco desintegrándose emocionalmente, ya que comienza a confundir sus papeles. Por otro lado, tenemos a nuestro Quim Gutiérrez que se defiende perfectamente en francés, interpreta al "amante".
Una personalidad compleja y perversa que roza la psicopatía, y que consigue acaparar desde el principio nuestra atención en este thriller francés bastante recomendable
miércoles, 20 de octubre de 2021
Petite maman (Céline Sciamma, 2021)
Sciamma es directora y guionista, y tiene mucho talento a la hora de escribir esas historias tan brillantes, en algunos casos para otros proyectos en los que no está al frente, como el de esa película de animación tan realista sobre el mundo de la infancia titulada "La vida de calabacín (2016)", pero también en descubrir jóvenes talentos como a Adéle Haenel en "Water Lillies (2007)" o Zoé Héran en "Tomboy (2011)".