Lazzaro felíz ( Alice Rohrwacher, 2018)
Por Adelaida Valcarce En La Inviolata, un pueblecito minúsculo en las montañas de Italia , permanecen aislados unos campesinos que son tratados como esclavos por la Marquesa Alfonsina de la Luna. Su carencia de contacto con la realidad hace que vivan explotados sin rebelarse contra su suerte, aunque a su vez se aprovechan de Lazzaro, un joven inocente y bondadoso que atiende todos los requerimientos que le hacen. Un verano, este esclavo de los esclavos, se hace amigo del hijo de la Marquesa y esta nueva relación y los hechos trágicos que suceden hacen que el joven viaje en el tiempo llegando a la época actual. Éste es en resumen la trama de esta bella e intemporal metáfora que es Lazzaro felíz. La directora italiana Alice Rohrwacher (Corpo celeste, El país de las maravillas) filma magistralmente una historia poética pero profundamente crítica con un mundo en fase de descomposición, el nuestro. En los primeros minutos, nos muestra una especie de cuento pastoril con ecos de feudalismo medieval en un ámbito donde impera el sol y la naturaleza en estado puro. A estos primeros instantes, le siguen la vida picaresca de la actualidad en una ciudad sucia, contaminada, de puro vertedero y en medio, el protagonista que, como un buen salvaje, se comporta bondadosamente en todas las situaciones, que permanece inmutable a las vanidades, a las riquezas, al caos y al pillaje, resaltando sólo lo que en este mundo es realmente importante, la amistad verdadera y la lealtad. Lazzaro es el paria entre los parias y entre ellos resucita, convirtiéndose en intemporal. Su bondad topa constantemente con las injusticias y la incomprensión de los demás que le tratan como un deficiente. El mérito de este milagro cinematográfico es de un guión excepcional pero también de la particular buen hacer de la realizadora, que muestra las miserias humanas igual que hizo Lars con Trier en Dogville, con una sensibilidad extraordinaria. También contribuye a este éxito un actor debutante, AdrianoTardiolo, que encarna esa mirada limpia que golpea nuestras conciencias y nos señala las injusticias del sistema desde la pantalla. En palabras de la directora, “se trata de una historia de renacimiento y de la inocencia que, a pesar de todo y todos, vuelve para perseguirnos y atormentarnos”. Porque en este mundo donde reina la codicia aún queda un resquicio por el que asoma tímidamente la esperanza del hombre bueno. Son pequeños destellos que terminan aplastados por la realidad. Esa realidad es tan dura como la situación de los personajes desheredados y excluidos de la sociedad. No se puede dejar pasar esta película, verdadero cine político, poético, terrenal pero lleno de misticismo. Un verdadero prodigio.
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