domingo, 28 de octubre de 2018

El ángel (Luis Ortega, 2018)

Por Adelaida Valcarce 



Carlos ( estupendo Loenzo Ferro  ) es un adolescente de rostro angelical de 17 años a quién nadie puede resistirse. Su encanto y desparpajo hacen que cometa pequeños robos para obtener caprichos y no tenga consecuencias legales. En la escuela secundaria conoce a Ramón (Chino Darín) y la carrera delictiva de ambos se vuelve cada vez más peligosa. Matar es un método más  para obtener sus fines, como si fuera un juego.

El Ángel está inspirada en la vida de Carlos Eduardo Robledo Puch, el asesino múltiple más famoso de la historia criminal argentina.  Apodado “El ángel negro” o “El ángel de la muerte, cometió más de una decena de asesinatos y múltiples robos a principios de la década de los setenta, antes de los 20 años. El caso de este joven, de aspecto angelical, conmocionó a la sociedad de aquella época. Fue detenido en 1972, juzgado y condenado a prisión  perpetua, de hecho sigue siendo la persona que lleva más años en la cárcel en Argentina.

Estos 11 meses de la vida de el joven asesino y su compinche son los que recorre el metraje medido y precisó de El ángel, película argentina con producción entre otros de los hermanos Almodóvar. La dirección corre a cargo de Luis Ortega. No es pŕimera vez que Luis y Santiago Ortega firman guiones acerca de casos criminales reales; basta recordar la aclamada El clan, que narraba las actividades de la familia Lucio o la miniserie Historia de un clan de igual temática.


El Ángel es que es una película fascinante y preciosista en su fotografía, que se podría calificar de muy almodovariana en su colorido. El tono elegido está completamente alejado de la denuncia social, del psicologismo tranquilizador, de la demonización y del ensayo sobre la culpa. Es más, si hay un riesgo que corre la película es el de ser demasiado complaciente con una clara influencia toda tono tarantiniano en la estilización visual, y el uso de canciones de los '70. A nivel narrativo no da tregua y es adrenalina pura, con algunas escenas visualmente potentísimas.


Carlos y su compinche son descuidados, no planifican, se dejan llevar por su instinto y su juventud y eso es precisamente el gran hallazgo del film, la sensación de impunidad que avalan sus actos. Se trata de juegos peligrosos que llevan hasta las últimas consecuencias incluso en el terreno de las relaciones personales y sensuales entre los dos integrantes de la banda. Esa blandura del criminal sería algo chirriante si nos encontraremos ante una biografía realista del verdadero asesino, pero se trata de una aproximación muy libre sobre sus fechorías. 

Especialmente interesante es la relación de Carlos con su madre (Cecilia Roth), una mujer abnegada y casi preocupada exclusivamente por donde pasará la noche su hijo sin reparar en sus crímenes.

45 años después de los hechos criminales, volvemos a hablar de la figura de Carlos Robledo Puch. Esta vez, desde el un guión cinematográfico . Porque  el cine nos da esa posibilidad, la de jugar con personas reales y transformarlas en personajes. En el caso de El Ángel, un criminal también puede tener las manos llenas de sangre y matar mientras baila.

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