domingo, 2 de junio de 2019

Ártico (Joe Penna, 2018)

Ártico (Joe Penna, 2018)


por Adelaida Valcarce


Las películas sobre experiencias de supervivencia extrema, parten de una limitación argumental y siguen un patrón muy particular . Se trata de sobrellevar una existencia en un medio inhóspito intentando salvaguardar la vida y encontrar como salir de allí con los medios que posee el protagonista y agudizando el ingenio hasta limites insospechados.  A pesar de ser una trama siempre similar, no deja de ser emocionante seguir las peripecias agotadoras y silenciosas del atrapado en circunstancias tan adversas.

El film de Joe Penna no es una excepción a lo dicho anteriormente. En su germen se pensó que la acción transcurriera en Marte, pero tal idea se abandono ante irrupción de Ridley Scott con una película protagonizada por Matt Damon ( 2015), pero finalmente se optó porque la narración sucediera en un espacio ártico.

El realizador, curtido en cortometrajes y series de televisión, se enfrenta aquí a su primer largo sin verse acobardado por rodar con solo dos actores y escasa lineas de dialogo, y todo esto sin  escatimar esfuerzos para lograr conectar al espectador con esta historia de superación personal en un medio tan duro, consiguiendo que sintamos en nuestras carnes el frí y nos arrebujemos en el asiento a la espera de los acontecimientos. y todo esto comandado por un superlativo Mads Mikkelsen (La caza) que es capaz de llevar la película sobre sus hombros sin esfuerzo. De hecho la primera escena es impresionante: ver al protagonista cavando freneticamente durante horas para ver que sólo intenta que la señal de SOS no quede cubierta por la nieve y sea visible desde el aire.


Un acierto del realizador es que la primera parte del film transcurra de forma monótona, viendo las rutinarias tareas que el Overgard realiza diariamente, en parte para ser encontrado y auxiliado y en parte para no volverse loco, manteniendo unos horarios regulares marcados por los pitidos de su reloj. No puede hablar con nadie porque nadie hay, pero si tiene que enfrentarse a osos por ejemplo que le dificultan su día a día. No es posible pensar en desfallecer.

En la segunda parte irrumpe otro personaje, superviviente de un accidente aéreo y junto al que nuestro héroe intenta llegar a algún lugar civilizado. El estado de aquel, de extrema gravedad,  hace que la película siga transcurriendo casi sin palabras. La dicotomía entonces es evidente: sobrevivir en el precario campamento que ha improvisado el protagonista o aventurarse hacia lo desconocido sin saber si el éxito le acompañara. Morir esperando o buscar la muerte.

El film se rueda en un entorno tan bello como cruel y eso es parte de su encanto subrayado por una fotografía muy notable de Tomas Om Tomassom, nacido en la Islandia donde se filma.

En definitiva, estamos ante una película notable y que atrapa a pesar de no ser corta. El mérito es de su director y de su protagonista sin duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario