domingo, 12 de mayo de 2019

Sombra (Zang Yimou, 2019)

Una sombra es una región de oscuridad donde la luz la obstaculiza o esconde. Ocupa todo el espacio detrás del objeto, es más, es el mismo objeto opaco con o sin fuente de luz frente a él. La sección eficaz de una sombra es una silueta bidimensional o una proyección invertida del objeto que aspira a la luz. Esta definición de una palabra nunca estuvo tan pegada a la realidad, a la realidad de aquellos que necesitan ocultarse para salvar su vida. Según la Historia, en China, era muy habitual recurrir a estos personajes que sustituían al original en momentos críticos.

El condado de Pei está bajo la administración de un caprichoso y arbitrario rey. El comandante de su ejercito, considerado por todos un héroe, se ve forzado a sobrevivir en la corte creado una sombra, un doble capaz de engañar al mismo monarca. Esa será su única arma para eludir a sus múltiples enemigos y preparan sigilosamente el ataque a la vecina ciudad de Jing, hecho que tendrá unas consecuencias inesperadas para todos. La época representada es la de los Tres Reinos (280-220 AC)

Esta es la trama sobre la que Yimou arma  un brillante y elegante ejercicio sobre el poder y su significado, sobre la tiranía, sobre la lealtad y sobre las pasiones humanas que definen las vivencias de forma atemporal no importa a quién. El envoltorio para tan ambicioso proyecto es una película de artes marciales que supera con creces su propio género. Porque reducir a un conjunto de luchas lo que pasa ante los ojos del espectador es una simplificación injusta: la trama recuerda a las de Kurosawa y a las obras de Shakespeare. No en vano, el honor, la ambición y el amor son tradicionalmente los motores del hombre y el realizador se deja seducir por su reflejo.



Y es que a pesar de todo lo dicho, Sombra es un drama violento y delicado en el que no escasea la sangre, con un fuerte simbolismo del Yin y el Yang, y con una poesía innegable en las imágenes, que sin ser blanco y negro, juega con una amplia gama de grises y colores fríos que se ven acentuados por la insistente lluvia que cae durante todo el metraje.

Especial mención merece la doble actuación de Deng Chao, interpretando al comandante y su doble y la delicada protagonista femenina Sun Li que no deja de sorprender a pesar de su aspecto frágil.

 El resultado es de una belleza abrumadora y de unas escenas cargadas de lirismo que juega con el mismo titulo del film, ya que la iluminación juega con un mismo patrón de oscuridad, subrayado por
una sonoridad que estremece en la butaca. Particular originalidad tiene la batalla sobre el tablero del Yin y el Yang y la entrada del ejercito en la ciudad invadida.

Definitivamente, Yimou vuelve a la mejor tradición cinematográfica y filma en estado de gracia y pulso firme un argumento universal que no deja de sorprender por conocido. y que nos retrotrae a la emoción que suscitaban sus otras obras maestras (Héroe, La Casa de las Dagas Voladoras). Solo queda disfrutar y dejarse llevar por el torrente de sensaciones que genera la película.

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