martes, 8 de agosto de 2023

La última reina (Damien Ounouri y Adila Bendimerad, 2022)

 



El proyecto era un desafio y sus autores parecían carecer de experiencia: sacar del olvido a una figura legendaria de la Baja Edad Media, la princesa Zaphira, hoy considerada como un invento romántico del siglo XVIII, no estaba al alcance de cualquiera. También hay que decir que el cine norteafricano apenas nos tiene acostumbrados a este tipo de gran espectáculo, al menos desde la muerte del egipcio Youssef Chahine. Para su primer largometraje de ficción, el cineasta franco-argelino Damien Ounouri y la actriz argelina Adila Bendimerad apuntaron alto. Sobre todo porque unos cuantos documentales para uno, un puñado de papeles con Merzak Allouache para el otro y un mediometraje en común (Kindil el Bahr, 2016) no parecían suficiente bagaje. Pero sucedió lo increíble, esta asombrosa película que reconcilia el gran espectáculo histórico y la tragedia teatral. Una nueva forma de cine norteafricano que se descubrirá en los cines españoles este fin de samana. En el film nos encontramos con una versión inédita de Argelia a principios del siglo XVI, entre la refinada vida de la corte y las sangrientas batallas, entre el esplendor real y los enfrentamientos a muerte. Presentada en competencia en las Giornate degli Autori 2022, que se desarrollaron en el marco del 79.º Festival de Venecia, La última reina es una película ambiciosa (a pesar de su bajo presupuesto), y un drama histórico muy humano, que retrata las luchas de poder, alianzas políticas y traiciones desde el punto de vista de una mujer y madre: la legendaria Reina Zaphira. Se trata de un relato vibrante de una heroína del pasado, un personaje que es en parte real y en parte leyenda, ya que nunca se ha determinado su existencia . La producción cuenta con suntuosos trajes y escenarios de época, secuencias de lucha bien coreografiadas (en concreto, el cruel pero sensual enfrentamiento físico entre Zaphira y Aruj) y personajes femeninos fuertes (Imen Noel también merece una mención especial, en el papel de la otra esposa del rey, Chegga, al igual que Nadia Tereszkiewicz, en la piel de Astrid “la escandinava”), todo sobre un telón de fondo basado en carne, sangre y huesos. Es una especie de tragedia shakesperiana, hecha con pasión, que arroja una luz fascinante en un período de la historia de Argelia nunca antes explorada en el cine


Capítulo aparte es la fotografia firmada por Shadi Chaaban, creando atmósferas que reflejan el esplendor de una época dorada económica, de los grandes palacios, sin caer en el cliché de la película sobre Oriente.

Aquí, no hay filtros amarillos estereotipados de torpe orientalismo, no hay escenas constantemente inmersas en un sol abrasador. La Última Reina es una tragedia, fría, como la mano de un destino inalterable. La lluvia juega su propio papel trágico, los elementos sirven tanto para la metáfora de un final anunciado como para un drama que no se puede evitar.

En definitiva, cine esplendoroso para disfrute inteligente.

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