lunes, 6 de octubre de 2014

"Perdida", de David Fincher

Perdida o las pérdidas (de nuevo el dedo de Fincher en la llaga)

Por Pedro Joaquín del Rey

Título original: Gone Girl. Director: David Fincher. Intérpretes: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris. Género: noir, drama psicológico de suspense. Nacionalidad: estadounidense. Año de estreno en origen: 2014. Duración: 149 minutos. Distribución en España: Fox.

Aquí,al personaje femenino principal lo han utilizado durante su infancia para la encarnación, impulsada por quienes la engendraron y criaron --el padre y la madre--, de unos populares cuentos ilustrados para niños, y, desde luego, en aquellos años, aunque la familia suya quisiera o tendiera a creérselo --o a inducir y producir la máxima asimilación posible--, su existencia fuera de la invención literaria no presentaba absoluta equivalencia o indentidad con las peripecias que le sucedían en los relatos de ficción en los que ejercía de cara visible, por mucho que se simulara lo contrario por medio de continuas puestas en escena públicas para promocionar comercialmente las aventuras escritas de la muchachita, y por más que los deseos de los lectores y del ego de la propia protagonista y los progenitores apuntaran a instalarse en los imaginarios de unas fantasías que construían un dulce mundo a gigantesca distancia de la vida de veras.

Al filmador y firmador de Benjamin Button --una grande y brillante metáfora [reverso o simetría de "Perdida"] acerca de, en la vivencia del amor, el desencuentro a partir de cierto punto de los que se aman, de la irreversibilidad de su ineluctable alejamiento-- cabe pensarlo en términos de artista singular a través de cuyas formas de mirar brotan, por ejemplo, obras que giran en torno a --Zodiac, Seven, Gone Girl, etcétera-- alguien al que se le escapa otro alguien al que no consigue atrapar --el segundo alguien, de hecho, tiene pillado al primero [permítasenos un juego de palabras y digamos que esos alguien consisten, en verdad, en unos alien, porque, de modo literal, se da una alienación hasta la paranoia entre figura y contrafigura dramáticas]--, y a Fincher, además, lo podemos caracterizar por las nada cristalinas atmósferas anímicas y morales que suele ofrecer a los espectadores, en las que la falta de transparencia también cuenta con correspondencia en el terreno de la luz y en el conjunto de las visualidades que salen de su aplomada y desacomplejada batuta narrativa, pues incluso cuando compone planos desprovistos de obscuridad general o parcial, las claridades se manifiestan densas, casi opacas y de una rara solaridad o luminiscencia, constituyendo justamente uno de los rasgos fundamentales que lo define su destreza para irrealizar la realidad, para captarla evanescente sin elementos externos o feéricos, extrañamente igual a sí misma, como siempre pero sin parecerlo e inmersa en ajenidad --el dominio que demuestra en el manejo de la matericidad de imágenes y sonidos seguramente le viene de su carrera en la publicidad--.

La esposa del hombre al que presta su cuerpo y voz Ben Affleck, relanzándose ella en las dotes que a muy corta edad ya desarrolló para fingir y sumergirse en la fabulación, y quizá sintiendo patológica necesidad de negar su cotidiano discurrir y su enfermizo rehuir la maternidad y con la motivación de vengar la infidelidad --amén de algunos pretextos adicionales, falsos y hábil y ocurrentemente montados--, se adentra en una recreación del delirio que la habita y que introduce al marido --el semidesenmascaramiento final no lo libra del atenazamiento en que nos lo deja el filme, inquietante situación, en el momento en que concluye-- en una psicológica ordalía que persigue destruirlo. Habrá paladares que consideren que nos hallamos frente a una trama estrambótica --tramposa no, pues el misterio de la desaparición se nos desvela enseguida--, y no deben olvidar los que así la impugnan que el retorcimiento argumental lo origina el estado mental en el límite de la psicosis de la mujer con el rostro de Rosamund Pike, una suerte de mujer fatal al revés, de cuño ultrahistérico y e hija del postmoderno tiempo actual, una época desorientada --adjetivable con el título de esta película-- en tanto que ansiosa de seguridad y a la par experimentadora de desasosiego al intentar buscar mínimas y aceptables certidumbres. 

Perdida llega a las salas de nuestro país el próximo 10 de octubre de 2014.


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